Dorotea busca a su marido que está en el
salón viendo la televisión:
-
Pepe, ¿Has visto
las noticias? Dicen que para la semana que viene se aproxima una ola de calor.
El monedero lo tengo raspado, nos terminamos de gastar la doble en la obra del
porche y ahora que nos íbamos a sentar al fresquito viene el calor.
-
No te preocupes,
Dorotea, que para algo te e traído esta mañana una caja de cartón, para que no
te falte abanico. Cuídate de que Carmen no venga y te lo mangue, que ya sabes
cómo es la pobre.
-
Pero Pepe, que
yo no quiero pasar calor, que ya me queda algo cuando me muera. Que me niego a
pasar calor, que lo sepas.
Ella fue a la cocina a seguir con el
caldito de pollo, al rato sale otra vez:
-
Pero ¿Se puede
saber que buscas ahora? Que se va consumir el caldo y tenemos que guardar para
mañana.
-
Que te calles, Pepe,
ponte a ver la tele que yo buscaré una solución.
Regresa a su cocina, hecha los fideos al
caldo y se sienta con libreta y bolígrafo en mano. Desarrolla su plan
estratégico sin escatimar en detalles. Prepara la mesa en la cocina para no
ensuciar el salón y llama al marido para comer. Después de tomarse de postre el
yogur caducado que le regaló la vecina saca la libreta.
-
Dice Mariano, el
hijo de Amparo, la que te robó el queso, que no cuesta nada tener el carnet de
la biblioteca municipal, que él ,va todos los días y se lee varios periódicos,
que hay revistas del chismorreo, un montón de libros, películas para
llevártelas a casa y que tienen internet, dese que le gusta tanto a los jóvenes
donde conocer gente de otros sitios, yo no me lo creo hasta que no lo vea. Dice que allí se está muy fresquito, que
tienen aire acondicionado. Ahora en verano abren todos los días por la mañana,
¿Qué te parece si nos apuntamos?
-
Pero, Dorotea, con
lo mal que estoy yo de las piernas y me quieres llevar tan lejos, ¿Qué quieres
que me muera antes de tiempo? Ve tu si quieres, que yo no voy.
-
Te levantas
todas las mañanas temprano para regar las macetas antes de que haga calor, y
das veinte pares de vueltas para llenar el regador pequeño. Hacemos un trato,
te esperas a que yo me levante, te ayudo, y luego nos vamos después de
desayunar.
-
Mira que eres
cabezona, con lo bien que estoy aquí sentado viendo las noticias, y cuando me
entra sueño me echo mi cabezadita.
-
Pues, por eso
que luego a la noche no duermes. Saca la ropa del armario y la dejas al sereno
que no huela a bolilla, que yo voy a buscar el bolso de las últimas vacaciones.
-
¿Para qué
quieres ese bolso tan grande?
-
Para que va a
ser, es que eres tonto, pues para traerme lo que me dejen.
Pasan cinco días yendo a la biblioteca y
al sexto:
-
Dorotea, ¿Qué
haces ahí sentada tan temprano, que se te van a entumecer los huesos del frió?
-
Tú qué crees,
que no podía dormir con el calor que hace y me he salido al patio, aquí estoy
rebanándome los sesos haber que hacemos hoy.
-
Pues lo de todos
los sábados, cuando desayunemos nos vamos a hacer la compra que hoy hay ofertas
en el mercado.
-
¿Y con el calor?
Espera, voy a asomarme a la puerta que he escuchado algo.
Dorotea se santigua al ver un coche
fúnebre y entra :
-
Hay, hay Pepe,
que entra el funerario en la casa de Hortensia, pobrecita seguro que se murió
de pena. Ve sacando la corbata negra que ya tenemos plan para esta tarde,
iremos al tanatorio, daremos el pésame y hasta que no cierren nos quedamos allí
con ella, haber si hay suerte y ponen canapés como en el del marqués.
-
Pero si apenas
te hablabas con ella, y si no tiene ni hijos, apenas cuatro sobrinas retiradas.
-
Que te vayas a
por la corbata, que no te lo tenga que repetir, tu vienes conmigo, y se acabó.
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Yo no voy.
-
Pues, como
después de comer no estés listo, mañana habrá otro entierro. Y no digas que no
te lo advertí.
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