El grito en el cielo puse un sencillo amanecer, pues mi cuerpo estaba cubierto de pergaminos sin leer. Al despertar estos manuscritos encontré, su rúbrica delataba su proceder, siendo la caligrafía de mi poder. Expresaban toda una vida de sueños, experiencias, pensamientos y lo más importante lo que quedaba por vivir. He tapizado mi cuarto con las letras que aquel día escribí. Para no olvidar los objetivos, ni los sueños por vivir.

miércoles, 15 de febrero de 2012

ENEMISTADES DEL PASADO

No hay momento en el día que no vuelva a recordar ese sueño que me angustia. Llevo tres días soñando lo mismo, se repite una y otra vez, y no sé porque. La situación y los detalles son tan reales que siento como si verdaderamente los hubiera vivido. Las calles no me son conocidas, pero sería capaz de describirlas. Camino por una larga avenida, donde las pocas farolas que hay encendidas tienen una luz tenue. Hay un taxi parado en un semáforo, el conductor es un hombre mayor con un bigote grande y ropa oscura, detrás lleva a dos jóvenes pasados de copas.

Voy a paso lento, pero de pronto percibo un ruido tras de mí, al rodearme veo la sombra de un cuerpo corpulento escondiéndose en un portal, de refilón le vi las manos de un color blanco pálido. En ese momento me decidí a aligerar el paso, notando como las suelas de sus zapatos siguen a mis tacones asustados, cruzo la calle pero no antes de volver la vista a tras, esta vez no lo vi, pero podía sentir que a poca distancia vigilaba mis pasos. Esta calle era algo más pequeña, rodeada de varios comercios, algunas pintadas indicaban el vandalismo, al final de la calle se encontraba la parada de taxis, esperaba que hubiera alguno libre para poder llegar a casa, a lo lejos observo que no había rastro de ninguno, aún así sigo mi camino, pero ésta vez buscando un lugar donde refugiarme de mi seguidor, justo en el momento que pasaba por la parada de taxis me rodeo para el escaparate de una cristalería y veo como unas manos pálidas de uñas amarillentas tocan mi espalda, no sé lo que pasa después porque en ese momento caigo al suelo desmallada.

Necesito saber cómo continua el sueño, esta noche cuando me vaya a dormir no pondré el despertador para que me deje continuar con la pesadilla, hay algo en todo esto que me atormenta, pues parece real, pero no recuerdo haber estado en ese sitio, además me he dado cuenta de que la chica que se refleja en el cristal no soy yo. Tiene un gran parecido a mí, pero su pelo es más corto, y tiene la cara más redondeada, parece más joven e incluso más alta. Recuerdo haber visto esa ropa en alguna parte, pero tal vez me es conocida por las veces que se me ha repetido el sueño.

Al despertarme tengo la vista turbia, me siento adormecida, no puedo levantarme, tengo los pies y las manos atadas, la temperatura es húmeda, se hoye como si unas gotas cayeran en una lata. Hay tuberías en el techo, una cama desecha y una mesa plagada de objetos y desperdicios. Me encuentro sola, pero oigo pasos que se acercan, murmullo de gente que se ríe, intento gritar pero no puedo, tengo la voz tan dormida como el cuerpo. De pronto, siento pasos nuevamente pero esta vez no provenían de la calle, sino del interior de aquello. La silueta de un hombre baja por la escalera, no le veo el rostro, pues lo lleva cubierto, pero veo sus manos que se acercan para hacerme una caricia, su aspecto delata al seguidor anterior, tiene en la mano izquierda una cicatriz que le cubre casi toda la palma de la mano. Un golpe seco en la cabeza hace que me vuelva a desmallar. Al despertarme me encuentro en el maletero de un coche, sigo atada y por mucho que me esfuerce no me puedo soltar, siento como por la frente me resbalan algunas gotas de sangre. Pasado un rato, el coche se para, se abre el maletero y giro la cabeza para mirarlo, está empezando a llover, lleva puesto un chubasquero. Le miro fijamente a los ojos y encuentro en ellos una mirada fuerte y perversa. Me saca del coche, para luego arrastrarme hasta un pozo en mitad de ninguna parte, la única luz que hay es la que proporcionan los focos del coche, giro la vista y veo una pequeña casilla, está medio en ruinas, los forrajes han trepado por sus paredes introduciéndose por todas partes.

Unos golpes a mi puerta me han despertado dejándome a medias en esta encrucijada, me levanto inmediatamente para abrir la puerta, no antes de asomarme a la mirilla, es la policía. Al parecer una vecina a desaparecido, lleva cuatro días sin aparecer por el trabajo, la han buscado en casa de amigos y familiares, y todos están preocupados por la joven. Lo último que saben de ella es que había quedado para tomar algo con una amiga, pero no se presentó, no la buscaron aquella noche pues no le dieron importancia, pensaban que a última hora había cambiado de planes y se le había olvidado llamar. Me hicieron varias pregunta que no supe responder, llevaba poco tiempo viviendo allí y todavía no conocía a todos mis vecinos. Uno de los policías sacó una fotografía y me la enseñó, la joven del sueño era mi vecina, entonces recordé que me había cruzado con ella cuando yo volvía de trabajar, me fijé en su cazadora marrón, y en sus zapatos grises, de ahí que me sonara tanto la ropa. No le dije lo que había soñado a la policía pues pensarían que estaba loca, me despedí de ellos y me volví a la cama, intenté dormirme pero no pude, la imagen de la joven no se me iba de la cabeza, fui a la cocina y me tomé un tranquilizante, luego me volví a la cama.

Quiero gritar pero no puedo porque sigo adormecida y aunque lo hubiera hecho dudo mucho que alguien pudiera haberme escuchado, en mitad del campo, en la lejanía del mundo que me había rodeado, ahí estaba yo, intentando agarrarme a su ropa cuando me empujaba hacia al interior del pozo, pero mis dedos no tienen la suficiente fuerza para sujetarse, caigo al agua, y siento como el frio envuelve todo mi cuerpo, intento mover los pies y los brazos, por un momento consigo mantenerme en el agua, pero el cansancio me pesa demasiado, dando fin a mis días en aquel pozo olvidado.

Acabo de ser testigo de la muerte de aquella joven, siento como algunas lagrimas resbalan por mi rostro, me siento conmovida, el sueño ha sido espeluznante y me encuentro confundida, todo parece tan real, pero ¿Cómo llega a mi mente ese suceso que yo no he vivido? No puedo ir a la policía, al menos de momento, pero necesito ayudar a esa joven en todo lo posible, aunque esté muerta, intentaré yo sola buscar su cuerpo. Empezaré por averiguar las calles que aparecen en el sueño, primero buscaré la parada de taxis en un mapa.

Ha pasado un día y el sueño se me ha vuelto a repetir, ayer por la tarde visité las calles del sueño, están a poca distancia de aquí, paseé durante un rato vigilando que nadie me siguiera, pendiente de cada detalle, de cada persona que me crucé. Pero no vi nada sospechoso, llegue hasta la parada de taxis y me volví. De camino a casa recordé la gente que había oído pasar cerca de donde estaba la joven encerrada, su animosidad indicaba que iban ebrios, al menos alguno de ellos, porque escuché como una persona vomitaba cerca, seguramente había estado encerrada en un sótano. Decidí dar una vuelta por las calles vecinas, cerca de aquel lugar debía de haber un bar, o un lugar donde los jóvenes se reunirían para hacer botellón. A la vuelta de la esquina dos calles más abajo de la parada de taxis había un bar, entré y me tomé un café, dos hombres tomaban copas en la barra del bar, en una mesa se encontraba un hombre mayor, su cara me era conocida, enfrente del bar había un taxi aparcado. Pagué mi café y me fui a la parada de taxi, al rato llegó éste señor, era el mismo que llevaba a unos jóvenes borrachos la noche que sucedió todo, poco faltó para que una señora remilgada me quitase el taxi. Cuando me preguntó a donde quería ir, le indique la calle más lejana que se me ocurrió en aquel momento, necesitaba tiempo para hablar con él. Tras insistir con varias preguntas, conseguí que recordará donde había dejado a los jóvenes que llevaba el martes por la noche, dos chichos jóvenes, uno de ellos de cazadora beige. Tras meditar un poco el conductor recordó la dirección de aquellos chicos, resultó que uno de ellos era sobrino de su mujer. Le insistí en que diera la vuelta y me llevase a la dirección donde había dejado a los jóvenes, le dije que eran conocidos de una amiga y que los buscaba para hablar con ellos.

Varios edificios de pisos, un local en venta, dos casas pequeñas. Nada de particular si no fuera por un antiguo taller de mecánica medio en ruinas, situado anterior a la dirección de uno de los jóvenes. Sentía que estaba cerca, en una pequeña ventana que debía de pertenecer al sótano del taller, un charco de vómito seco, su aspecto indicaba que llevaba allí varios días. Pronto iba a caer la noche, y me dio miedo seguir por aquel lugar sabiendo que el asesino estaba cerca, así que me volví lo más rápido que pude. Ya había encontrado la dirección, o al menos eso creía, pero ¿Cómo demostrar ante la policía que el asesino podía vivir allí? Me faltaba encontrar el pozo donde estaba tirado el cadáver, pero no sabía cómo buscar aquel lugar.

Tengo que encontrarla, no puedo seguir así, le he preguntado a la vecina si sabía algo, la policía la siguen buscando pero no tiene pruebas que indique su paradero. He ido a la peluquería y de compras, me he cortado el pelo y me he comprado una cazadora marrón y unos zapatos grises, iguales a los de mi vecina, pero antes de volver a aquel lugar he ido a la policía. Les he dicho, que sé donde pueden encontrar al asesino, incluso el comisario se ha impresionado con nuestro parecido, al verme creyó que era la joven desaparecida, le conté lo que había soñado y poco faltó para que me tomaran por loca. Les describí el lugar donde estaba la joven, un policía dijo saber donde quedaba, por mis indicaciones podía estar en la viña del grajo. Varios policías fueron a comprobarlo, dejando que me fuera a casa después de firmar mi declaración.

Siento como unos pasos me siguen, me rodeo pero no veo a nadie, en un principio pienso que es la policía, pero más tarde cuando me queda poco para llegar a casa, me doy cuenta de que el sueño se está haciendo realidad, de que soy perseguida por aquel que le ha arrebatado la vida a mi vecina. Aligero el paso para llegar a casa mientras saco el móvil del bolso para llamar a la policía, no me cogen el teléfono, debían de estar comunicando, estoy enfrente de la puerta sacando la llave cuando una mano aprieta en mi boca asta desmallarme.

Me despierto en el sótano, atada y adormecida, se me había repetido el sueño tantas veces que me sabia de memoria aquella estancia, miré para la mesa, entre tantas cosas puede ver un cuchillo. Me tumbé en el suelo y rodando llegué hasta la mesa. Me paré un momento a escuchar, no había más ruido que las goteras que caían en una lata, y me decidí a dar una patada a la mesa, varios tornillos y tuercas cayeron al suelo acompañados de desperdicios de comida, el cuchillo apenas se había movido unos centímetros, así que la segunda patada la di con mayor fuerza. El cuchillo cayó al suelo, lo sujeté lo más fuerte que puede y corté las cuerdas que me sujetaban los pies, de pronto sentí pasos, debía de ser él, no tenía tiempo de cortarme las cuerdas de las manos, me levanté como pude y me escondí detrás de las escaleras. La puerta se abrió y se encendió la luz. Desde el primer escalón pudo ver que me había escapado, bajó las escaleras, y entre los peldaños de madera encontró mis asustados ojos. Su aspecto era como lo recordaba, de complexión fuerte y de mirada intimidante. Se abalanzó hacia mí, me sujetó de los brazos, levantó el puño para golpearme en la cabeza, pero justo en ese momento cogí fuerzas, sujeté el cuchillo bien fuerte y se lo clave. Después salí de aquel lugar lo más rápido que puede, a trompicones encontré la salida, cerca de allí había una mujer que paseaba a su perro, la miré e intenté pedirle auxilio, entonces me desmallé.

Cuando desperté me encontraba en la ambulancia, aquella mujer la había llamado, le indique a los técnicos que en el sótano había un hombre herido, que yo misma le había clavado un cuchillo. Uno de ellos entró en el taller y bajó al sótano antes de llevarme al hospital, pero allí no había nadie, solo un pequeño rastro de sangre. Más tarde llegó la policía al hospital para interrogarme, confirmándome después que habían encontrado el cuerpo de la joven en el pozo. Nuestro indudable parecido no era causalidad, una prueba de ADN al cadáver indicó que aquella joven era mi hermana, la misma a la que llevaba años buscando.

Ya han pasado varios días, han detenido al asesino, la policía lo encontró malherido escondido en el despacho del taller. Lo han tenido en el hospital para curar su herida, y lo han llevado a la cárcel. Se ha confesado culpable reconociendo que mató a mi hermana. Han pasado tantos años que no fui capaz de reconocer a ninguno de los dos, sin embargo, el fue capaz de encontrarnos, su rencor le había llevado a ello. Simplemente porque nos peleábamos en el orfanato, más tarde he recordado nuestras batallas y como la cicatriz que lleva en la mano se la había hecho con una plancha ardiendo.

2 comentarios:

  1. ...traigo
    sangre
    de
    la
    tarde
    herida
    en
    la
    mano
    y
    una
    vela
    de
    mi
    corazón
    para
    invitarte
    y
    darte
    este
    alma
    que
    viene
    para
    compartir
    contigo
    tu
    bello
    blog
    con
    un
    ramillete
    de
    oro
    y
    claveles
    dentro...


    desde mis
    HORAS ROTAS
    Y AULA DE PAZ


    COMPARTIENDO ILUSION
    TERESA

    CON saludos de la luna al
    reflejarse en el mar de la
    poesía...




    ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DE SIÉNTEME DE CRIADAS Y SEÑORAS, FLOR DE PASCUA ENEMIGOS PUBLICOS HÁLITO DESAYUNO CON DIAMANTES TIFÓN PULP FICTION, ESTALLIDO MAMMA MIA, TOQUE DE CANELA, STAR WARS,

    José
    Ramón...

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  2. Muchas gracias José Ramón por tu comentario, encantada de que te halla gustado

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