El grito en el cielo puse un sencillo amanecer, pues mi cuerpo estaba cubierto de pergaminos sin leer. Al despertar estos manuscritos encontré, su rúbrica delataba su proceder, siendo la caligrafía de mi poder. Expresaban toda una vida de sueños, experiencias, pensamientos y lo más importante lo que quedaba por vivir. He tapizado mi cuarto con las letras que aquel día escribí. Para no olvidar los objetivos, ni los sueños por vivir.

lunes, 16 de mayo de 2011

LA FUERZA DEL DRAGÓN


Donde nadie pondría una zancada fue a dejar su huella Arturo, un dragón inocentón que impresionado por la belleza del paraje, decidió hacer una parada para descansar, cuando inesperadamente, escuchó una voz muy sensual proveniente de la profundidad del lago.

-¿A que es bello este lugar? Pues más cálida son sus aguas del color del coral. Es como el perfume de las rosas rojas aterciopeladas. Adéntrate en el lago y comprobaras, que lo que digo es cierto, y no te arrepentirás.-Dijo la voz sensual.

-¿De dónde sale esa voz?¿Quién eres?-Dijo Arturo.

-Soy el Hada de este lago, llamado el lago de los corales, ¿No has oído hablar de él? Porque es famoso sobre todo entre dragones tan robustos como tú, porque vienen a bañarse en sus aguas, para poder fortalecer sus fuerzas.-Dijo el Hada.

-Enserio, no me lo puedo creer, pues nunca había oído hablar de él. Y si es tan poderoso ,¿cómo es que está tan solo?-Dijo el inocente dragón.

-Porque no todos se atreven a bañarse en estas aguas, porque creen que yo les haré daño, pero soy un hada inofensiva que solo quiere ayudar, a que podáis defender con mayor soltura el castillo de vuestro amo.-Dijo el Hada.

-Yo no tengo amo, soy un dragón libre. Dicen que soy aun inexperto, que no se controlar mi llamarada de fuego, y por eso todavía no tengo castillo que defender.-Dijo el dragón.

-Pues si pruebas a bañarte en este lago, todo cambiará para ti. Palabra de Hada.-Dijo el Hada.

Cautivado por las palabras del Hada del lago decidió bañarse, probó metiendo una garra y comprobó que el agua estaba cálida, y prosiguió con su baño, después de nadar un rato decidió salir, para secarse.

-¿Qué tal te ha caído el baño? ¿Te sientes diferente?-Dijo el Hada con un tono de burla.

-Maravilloso, sin duda es el mejor baño de mi vida, me siento reconfortado.-Dijo Arturo.

-Bien, ahora que ya has caído en mi trampa, te voy a contar el secreto, por el que el agua está tan cálida. Cuando asaltan algún castillo, y no han podido acabar con la vida del dragón, lo tiran a estas mis aguas. Además de todo aquel bobalicón que es engatusado por mi voz. Porque todo dragón que sea bañado en ellas, perderá su llamarada de fuego. Y tú eres uno de esos, que ya no va a poder chamuscar a nadie.-Dijo el Hada.

Arturo intentó soltar una llamarada de fuego, pero no le salió, dándose cuenta de que había caído en una trampa, y ahora . ¿Cómo podría defenderse de sus enemigos?

-Embustera, y ahora como me defiendo, y ya no podré tostar castañas en un segundo, ni comer pavo asado. Embaucadora, te as reído de mi.-Dijo el podre Arturo entre sollozos.

-Existe una posibilidad de que recuperes tu deflagración, pero es muy difícil, imposible diría yo.-Dijo el Hada.

-Dímela, por complicada que sea, no pierdo nada por intentarlo. ¿Qué más puedo perder?-Dijo Arturo.

-Muchos se la han dado de valientes como tú. Y todavía puedes perder algo más importante que la posibilidad de chamuscar pavo. La vida, inocente amigo. Pero te diré la única posibilidad que existe. En otra época el Hada de Tierra Llana y yo, reinábamos en toda la flora, ella con calidez proporcionaba la temperatura perfecta a las flores, y yo las nutria con mi agua perfumada, hasta que un día un dragón arrasó con su deflagración todo nuestro trabajo. Desde entones como no nos poníamos de acuerdo decidimos separarnos, yo reino en mi lago y ella en Tierra Llana, si te atreves a pisar sus tierras, secas como la pólvora, podrás comprobar que tal vez un antepasado tuyo pudo propiciar este desastre. Pues bien, lo único que tienes que hacer es buscar la manera de entrar en su castillo, lo cual no te será del todo fácil, si consigues atravesar sus barreras, ella misma te proporcionará de nuevo tu poder. Te advierto que no ha habido ningún dragón que lo haya conseguido.-Dijo el Hada

-Yo seré el primero que recuperará la llamarada.-Dijo Arturo, esperanzado en conseguir está hazaña.

-Toma este mapa, él te hará llegar a Tierra Llana. Suerte.-Dijo el Hada.

Arturo cogió el mapa y le echó un vistazo, tendría que volar como mínimo un día y medio para llegar a aquel desorientado lugar y decidió pasarse por casa para coger algo de comer. Luego con el zurrón lleno, partió hasta Tierra Llana. Tras un día de camino, se dio cuenta de que no debía estar muy lejos porque se notaba que cesaban los parajes de notables bosques, y comenzaba a verse un paisaje arenoso y seco. Tras un leve descanso al lado de un rio casi seco, prosiguió con su camino, y en la lejanía se divisaba un extraño bulto entre la tierra calma.

“Por fin lo he encontrado”, pensó Arturo mientras se detenía. Era un inmenso cactus que rodeaba aquel diminuto castillo, todo lleno de púas afiladas como cuchillos. Sacó un gran cuchillo que llevaba en el zurrón, para contar el cactus, pero conforme los iba cortando, se iba reproduciendo de tal manera que nunca dejaba un centímetro desprotegido. Entonces decidió probar a entrar por el suelo, intentando hacer un túnel, pero le fue imposible no había previsto tanto inconveniente y se encontraba desprovisto de utensilios para tal plan, lo intentó con sus propias garras, pero era demasiada la tierra que debería mover. Cansado por todo el esfuerzo decidió irse a dormir, y así intentar despejar la mente y buscar otra posibilidad.

A la mañana siguiente, se acordó de unos de los consejos de botánica que le había dado su abuela Julieta cuando él era pequeño. Su abuela decía que a las plantas de tierras áridas como el cactus en este caso, cuando las regabas con abundancia se pudrían. Así fue como llegó a la idea de deshacer aquella barrera de espinas. Voló hasta el río donde él había descansado, y confecciono una balsa en la que acarrearía agua desde el río hasta el fuerte, aunque tuviera que hacer varios viajes para deshacerse de la barrera , daría una y mil vueltas hasta concluir su cometido.

Y así fue tras unos sesenta viajes, comenzaba a notarse la tierra ahogada, y decidió alejarse un poco, para descansar. Una vez que el agua pudrió el cactus, lo arranco con sus propias garras. Una vez libre la entrada al castillo, llamó a su puerta y salió el Hada de Tierra Llana.

-Que valiente has sido al presentarte en mis tierras, pero sobre todo inteligente. Todos los que anteriormente tuvieron tu mismo propósito cesaron tras un primer intento, pensaban que con su fuerza podrían conseguir sus propósitos, pero tú has usando la cabeza, te has merecido recuperar el poder de la deflagración. Espero que lo sepas usar mejor después de este suceso.-Dijo el Hada de Tierra Llana devolviéndole a Arturo su poder.


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