El grito en el cielo puse un sencillo amanecer, pues mi cuerpo estaba cubierto de pergaminos sin leer. Al despertar estos manuscritos encontré, su rúbrica delataba su proceder, siendo la caligrafía de mi poder. Expresaban toda una vida de sueños, experiencias, pensamientos y lo más importante lo que quedaba por vivir. He tapizado mi cuarto con las letras que aquel día escribí. Para no olvidar los objetivos, ni los sueños por vivir.

martes, 30 de agosto de 2011

UNA BRUJA CON PIES DE GATO

Como un gazapo escondido, Tatiana se ocultaba con sus vivos ojos verdes mientras se  asomaba por una rajita de la puerta. Observaba que nadie la interrumpiera, mordisqueaba una ristra de chorizo, debía parar de comer porque se iba a notar mucho el hueco que estaba haciendo en la despensa, al menos por ese día ya estaba servida. Salió de la despensa, y cogió un vaso de agua, y luego se acercó a las macetas de la ventana, donde tenían sembradas varias plantas aromáticas, cogió unas hojas de menta y las mordisqueó, luego las tiró al cubo de la basura y fue a la habitación de Paula.

Sintió pasos por las escaleras, y de inmediato se situó enfrente del libro de lengua, debía estudiar la lección para el lunes siguiente, y eso parecía hacer. Paula abrió la puerta, venía con varios libros de Geografía los había cogido del despacho de su padre. Siempre hacían los deberes juntas, estaban en la misma clase y lo compartían todo, lo que era de una también era de la otra.

Concha entró en la habitación para ofrecerles un batido de fresa y un sándwich de crema de chocolate, y las dos aceptaron el tentempié. Tatiana no renunciaría nunca a un manjar tan delicioso, le fascinaba el chocolate. Mientras devoraba el sándwich se acordó de los dos chorizos que se había comido antes, pero daba igual, a ella no se le notaría, y ya pasaba bastante hambre en su casa. Sus padres eran vegetarianos, y ella también, al menos de cara a los demás, porque cuando podía comía cuanto le apetecía.

Tatiana era como un alfiler, su constitución delgada y su dieta estricta la hacían débil. Para comer, verduras y pasta, de postre frutas y algún yogur de vez en cuando. Apenas la dejaban comer chuches porque no le duraban los empastes nada. Sin embargo Paula lucia unas pantorrillas generosas, su madre la dejaba comer lo que quisiera, siempre que se comiera también las verduras, su dieta era más alegre. La mamá de Paula pasaba por alto que los padres de Tatiana no le dieran a su hija chocolate, ¿Que tenía de malo que la pequeña Tatiana comiera algo dulce?  ¿Acaso no es necesaria también la grasa animal y el azúcar? Al parecer los padres de Tatiana no entendían eso, y Tatiana buscaba las oportunidades de zampar a su gusto, cuando pillaba una despensa sin vigilancia.

Después de hacer los deberes se fueron a la calle a jugar a la comba hasta que la mamá de Tatiana la llamó para cenar. Otra vez tocaba ensalada con judías verdes, Tatiana se negó a comérselas ya estaba harta de tantas judías. Insistiendo en no probar bocado, la madre estaba dispuesta a prepararle una tortilla de patatas, pero el padre se negó en rotundo, colocándole a Tatiana el plato de judías de sombrero. La niña enfadada se fue corriendo a su cuarto, llorando dolorida por la incomprensión de sus padres, ella quería comer de todo y no sabía como se lo iba a decir. Al rato cuando el padre estaba dormido Tatiana bajó a la cocina, allí estaba su madre tomando un vaso de agua, la ignoro, y no porque no le quisiera dar algo de cenar, se hizo la desentendía y la dejó sola en la cocina  para que comiera lo que quisiera, contando con lo poco apetecible del frigorífico.

A la mañana siguiente iría de visita a la casa de su abuela Nati, la oportunidad perfecta de seguir probando los manjares prohibidos. Mientras los mayores estaban en el salón charlando de sus temas, Tatiana jugaba con su prima Macarena de cuatro años y su primo Daniel de cinco, ella al ser la mayor casi siempre decidía a que jugar, primero jugaron al escondite, su prima Macarena se la quedaba, mientras contaba hasta diez, Daniel se escondió detrás de la casita de cucurucho el chihuahua de la abuela Nati y Tatiana aprovecho para esconderse en la despensa, mientras su prima la buscaba cerca del jardín ella estaría en la cocina probando de la cazuela de la abuela, siempre tenía casi toda la comida preparada antes de que sus hijos llegaran. Y teniendo esta información debía aprovecharla, como sus tíos y sus primos no eran vegetarianos la abuela preparaba puchero para almorzar, y de aperitivos jamón, croquetas, pinchitos , morcilla, chorizo… y como no podía faltar, ensalada y pasta para los vegetarianos.

Mientras sorbía una cucharada más de la cazuela, y comía una loncha más de jamón, sintió cerca la voz de la abuela. Se sentía cada vez más cerca, y ahora, ¿ Cómo escapar?, movió un cesto de patatas y encontrando un hueco se escondió entre patatas y ajos. Su abuela entro en la cocina, y Tatiana rezaba para que no fuera a la despensa, en todo esto Macarena entró en la cocina preguntándole a la abuela si había visto a Tatiana, pero no había rastro de ella. Mientras, Tatiana se reía entre patatas y ajos, y su abuela que necesitaba la cesta de los huevos para ir a recogerlos al gallinero, casi la pilla riendo. Pero la anciana que era miope no la vio, le pareció oler la colonia de princesas que ella misma le había regalado por su cumpleaños. Así que comenzó a llamarla, la abuela se acercó a la ventana para vigilar si Macarena la había encontrado, y entonces con sigilo Tatiana salió de la despensa y se escondió debajo de la mesa de la cocina y salió precipitadamente para asustar a la abuela, y hacerle creer que estaba allí escondida.

Luego se fue corriendo para el jardín, y cucurucho comenzó a lamerle las manos, Daniel y Macarena le preguntaron que había estado haciendo para tener grasa en las manos, y ella descarada le dijo que había estado ayudando a la abuela en la cocina y se la había olvidado lavarse las manos. Entonces se acercó a la fuente del jardín y llamó a sus primos les dijo que dentro del estanque había un pez, y cuando se acercaron Tatiana comenzó a salpicar de agua a sus primos, y comenzaron una guerra de agua, Tatiana entre tanto aprovechaba de vez en cuando para beber, el jamón le comenzaba a pedir agua, y no vio otro escusa mejor para saciar su sed.

La abuela salió del gallinero con toda la cesta colmada de huevos, había pensado hacer un pastel para la merienda. Tatiana animó a sus primos a ayudar a su abuela a hacer el pastel. Mientras la abuelita ponía las claras a punto de nieve, Tatiana horneaba el biscocho en el horno y sus primos cortaban con mucho cuidado las fresas para luego adornar el pastel. Llamaron a la puerta del jardín era Benita la vecina de enfrente que necesitaba limones para un asado, y la anciana acompañó a su vecina hasta el limonero. Mientras, Tatiana dispuso en el fuego una cazuela para deshacer el chocolate que más tarde bañaría la tarta. Entonces escondió el guante del horno, y el bizcocho estaba a punto, incitó a sus primos para que la ayudaran a buscarlo, y cuando estaban despistados cogió cuatro cuadraditos de chocolate y los guardó en el bolsillo para comérselas luego. Aparentó sorpresa cuando encontró el guante que ella misma había escondido, por fin llegó la abuela, y sacó el bizcocho del horno justo antes de que se chamuscara.

Una vez terminada la tarta, la abuela sacó de la despensa el puchero y lo puso a calentar, Tatiana decidió ir al baño, debía comerse el chocolate antes de que se le derritiera. Cuando abrió la tapa de la cazuela cuatro garbanzos solitarios acompañaban a un trozo de tocino, la abuela se echó las manos a la cabeza “¿Qué le ha pasado al cocido?” pensó la abuela, mientras se dirigía al salón donde Cipriano el abuelo de Tatiana estaba conversando con el resto de la familia.

Macarena y Daniel se asomaron a la cazuela, y se echaron a reír, a ellos no les gustaban las legumbres, su plato favorito eran los huevos fritos. Luego corrieron al salón querían saber quien se había zampado el cocido. La abuela pensó que había sido su marido, y mientras los mayores averiguaban Macarena se acordó de que cucurucho lamió las manos de Tatiana porque tenían pringue. En todo esto apareció Tatiana por la puerta limpiándose la boca.

“Yo tengo una teoría” dijo Macarena “ La abuela un día me contó que hay una bruja mágica que se cuela asta por las rendijas de la puerta, ¿Y si esta bruja estaba hambrienta? Tal vez esté ahora presente y no la podamos ver.” Mientras contaba esta fantasía la niña observaba a su prima, pero esta aun degustaba el sabor que le había dejado el chocolate y no prestaba atención. Los allí presentes no tomaron en serio a la niña, y las mamás de los niños fueron a la cocina para seguir averiguando. Casualmente la comida de los vegetarianos estaba completa, a aquella bruja le gustaba la carne.

La abuela preparaba espaguetis para todos, y repartía los manjares en la mesa. Los niños ayudaban a la abuela como de costumbre, Tatiana escondida se reía de todos ellos, pensaba que nadie se había dado cuenta. Y comenzaba a relamerse pensando en el pastel.

Después de comer los hombres se fueron a ver un partido de futbol en la televisión, mientras ellas revisaban el jardín para trasplantarlo por completo, la anciana pedía a sus hijas y nuera consejo sobre las plantas que iba a poner nuevas. Los tres niños se fueron a la habitación de la abuela y se acostaron a dormir la siesta, cuando llevaban un rato Tatiana observó que Daniel roncaba como un tronco y Macarena dormía plácidamente con su boca abierta. Así que decidió ir al frigorífico y probar el pastel. Macarena que se hacia la dormida siguió a su prima hasta la cocina, estaba casi metida en el frigorífico, con la cabeza encima del pastel, se lo comía a mordiscos, sin cuchara para no dejar pistas, pero su prima que la observaba salió por la misma puerta que había entrado y recorrió toda la casa, hasta llegar al jardín. “Tenéis que venir a la cocina, la bruja está allí, se está zampando el pastel” dijo la niña alentándolas.

“Tatiana, tus caries, que vergüenza” dijo la mamá de Tatiana, mientras ésta señalaba para la puerta, “Ahora mismo se acaba de ir un gato pardo que se estaba comiendo la tarta” dijo Tatiana que no se había percatado de que su boca manchada de chocolate, nata y fresas la delataba. “Ya está bien de mentiras ,confiesa que  también te has comido el almuerzo de todos, bribona” dijo Macarena enfadada, su prima no había dejado croquetas bastantes y no había conseguido probarlas.

La niña comenzó a llorar, no por la regañina sino porque le dolía la tripa, había comido demasiado, llevaba dos días atiborrándose de comida y su estomago no podía más. De pronto comenzó a vomitar todo lo que faltaba en la despensa. La recostaron en el sofá y su abuela le preparó una manzanilla para limpiarle la barriguita. Entre lagrimas y lamentos, confesaba su delito, y también lo cansada que estaba de comer siempre lo mismo.

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