El grito en el cielo puse un sencillo amanecer, pues mi cuerpo estaba cubierto de pergaminos sin leer. Al despertar estos manuscritos encontré, su rúbrica delataba su proceder, siendo la caligrafía de mi poder. Expresaban toda una vida de sueños, experiencias, pensamientos y lo más importante lo que quedaba por vivir. He tapizado mi cuarto con las letras que aquel día escribí. Para no olvidar los objetivos, ni los sueños por vivir.

jueves, 15 de septiembre de 2011

-Yo te dejé ayer con la policía. ¿cómo has llegado hasta aquí?- Dijo Pepillo.
-Le di un empujón al policía que me vigilaba y me escapé, pretendían llevarme otra vez al siquiátrico, y como nadie me quiere ayudar, prefiero dejar este mundo cruel.-Dijo la pobre mujer desesperada por la pena que poseía.
-Búscate un abogado que defienda tu caso, vuelve al lado de tu familia si la tienes e intenta rehacer tu vida, siempre hay una segunda oportunidad.-Dijo Pepillo.
-No tengo familia cercana, tengo una tía lejana que vive en el centro en una casita pequeña, llevo tiempo que no la veo, tal vez ella me de asilo mientras se arregla un poco esta situación. Y además puedo buscar un empleo, y cuando ahorre un dinero, buscaré un abogado que me ayude a resolver mi situación.-Dijo la mujer que parecía entrar en razón y comenzaba a tener un hilo de esperanza.
-Bien, pues vamos a la casa de tu tía, te acompañaré, y cuando estemos más cerca, te acompañaré desde el aire, para que no nos vean juntos, ten en cuenta que cuando me necesites estaré allí para ayudarte, y que te estaré vigilando para que no cometas ninguna locura.-Dijo Pepillo tan formal como si tuviera veinte años más.

Cuando observó que estuviera a salvo volvió al andurrial, porque con el trajín de la mujer suicida se había dejado a Robin solo en aquel lugar y no le había dado tiempo de esconderlo en su guarida. Lo buscó por donde lo había dejado, pero no estaba allí, así que cogió sus cosas y se cambio de ropa, luego volvió a la guarida, y allí lo estaba esperando su fiel amigo, lo ató, y le puso la comida, luego se regresó a casa con todo el dolor de su corazón, porque si la tarde estaba fresca, la noche seria helada, y temía que su amigo cogiera frio, por eso lo arropó con la mantita antes de irse.

-¿Dónde te habías metido? Es casi la hora de comer, y todavía no as repasado para el examen de mañana.-Dijo la madre de Pepillo.
-Jo, mamá que difícil es esto, hoy le he salvado la vida a una mujer, y no se me perdona, tengo que hacer los deberes, que injusto. ¿Cómo imparto justicia y apruebo todas al final del trimestre?-Dijo Pepillo que esperaba una frase de consuelo de parte de su madre.
-Pepillo, tu puedes con todo. Eres un niño inteligente y hasta ahora no has tenido problemas para aprobar, no veo por qué tendría que ser ahora diferente. Y ahora eres un superhéroe que tiene que ayudar a la gente, ¿Y acaso no es satisfactorio hacer el bien?, es cuestión de organizarse, por las mañanas iras al colegio, y por las tardes después de comer harás la tarea y luego te puedes encargar de ayudar al prójimo.-Dijo Candela que aconsejaba a su niño para que no desistiera de su propósito.
-Bien, pues necesitaré comer abundantemente para tener bien fuerte la cabeza y el cuerpo, y otra cosa mamá si en algún momento no me encuentras es porque estoy ocupado, no te preocupes.-Dijo Pepillo.

Pasados unos días estando en el colegio sonó la sirena de emergencia, porque en el comedor se había prendido fuego cuando una ayudante de cocina recién llegada se había dejado un paño de cocina al lado de la hornilla, y salió ardiendo el paño y un bote de aceite que tenía cerca. Entonces mientras los compañeros de Pepillo se ponían en la cola para salir del colegio como habían practicado en los simulacros, él, cogió su mochila y salió corriendo al cuarto de baño, allí se cambió y se puso el traje de El Tucán, para ayudar a extinguir el fuego mientras llegaban los bomberos.

Cogió un par de extintores que estaban a la salida del patio y se dirigió hacia la cocina, el humo apenas lo dejaba ver, pero él con su súper visión se acercó hasta el foco del incendio y lo sofocó con los extintores, luego abrió todas la ventanas y sopló muy pero que muy fuerte para que todo el humo se fuera de inmediato. Cuando llegaron los bomberos, del fuego apenas quedaba rastro, tan solo una cocina un poco chamuscada.

Pepillo fue corriendo al baño, y se volvió a cambiar de ropa y luego cuando salió del colegio y fue hacia donde estaban sus compañeros vio una mujer que lloraba sentada en la ambulancia, era la mujer a la que él había ayudado en varias ocasiones, los técnicos de la ambulancia la estaban socorriendo porque le había dado un ataque de ansiedad al ver el destrozo que había causado en su primer día de trabajo. Pepillo al verla, decidió acercarse pero tenía que volver a vestirse de “El Tucán” para que ella no le reconociera por la voz. Así que se escondió detrás de un arbusto y se transformó, luego se acercó a la mujer que ya tenía el llanto más calmado que antes.

-Enhorabuena lo conseguiste, ya tienes un trabajo. ¿Qué tal te va con tu tía?-Dijo Pepillo con alegría de ver que la mujer empezaba a rehacer su vida.
-Con mi tía me va bien y ahora que había conseguido un trabajo. Ya ves lo que he provocado, seguro que me despiden.-Dijo la mujer entre sollozos.
-No te van a despedir, en este colegio son un poco estrictos pero seguro que te dan una segunda oportunidad, además ha sido más el susto que el daño causado. Me voy, tengo mucho por hacer pero no olvides que siempre me tendrás a tu lado.-Dijo Pepillo mientras observaba que en el patio todos lo miraban con cara de espanto.            

No hay comentarios:

Publicar un comentario