El grito en el cielo puse un sencillo amanecer, pues mi cuerpo estaba cubierto de pergaminos sin leer. Al despertar estos manuscritos encontré, su rúbrica delataba su proceder, siendo la caligrafía de mi poder. Expresaban toda una vida de sueños, experiencias, pensamientos y lo más importante lo que quedaba por vivir. He tapizado mi cuarto con las letras que aquel día escribí. Para no olvidar los objetivos, ni los sueños por vivir.

jueves, 30 de julio de 2015

FILIPO Y EL CARAMELO GIGANTE



Brillaban sus colores, apetitoso manjar para cualquier niño, pronto comenzaría la carrera, todos estaban listos, deseosos del éxito, pero solo uno podía ser el ganador. El llegar a la meta no les sería fácil, ¡Dejaremos de ser gorditos, tragones, niños con sobrepeso…! Frases estimulantes resonaban en sus mentes, pero la realidad, era muy diferente.

Sus padres los animaban desde las gradas y los trece niños con mucho entusiasmo empezaron a correr. Tras la primera vuelta al recorrido, Luz y Paz, las dos gemelas, se iban anticipando al resto. Filipo observaba como Lucio lo adelantaba por su derecha, lo dejo pasar y siguió con su ritmo en quinto lugar, su resistencia lo mantenía algo más lejos que los demás pero no le importaba.

Paz llegó la primera a saltar el charco, sujetó la cuerda con firmeza, cogió impulso y se lanzó, pero no tuvo suerte y cayó en el barro. Su hermana para evitar la caída decidió hacer trampa y rodearlo, pero el árbitro la descalificó. Lucio había conseguido alcanzar a Darío y tras calcular las distancia consiguió pasar al otro lado casi sin esfuerzo. Filipo llegó segundos después pasando la prueba de puntillas.

Una vez ante el muro Lucio comenzó a subir, iba en cabeza del resto, todo apuntaba a que sería el ganador. Los mas holgazanes, los que no habían conseguido perder bastante peso se peleaban por saltar el charco pero a muchos de ellos le fue imposible, el sobrepeso continuaba siendo un lastre para ellos. Filipo al llegar al muro se descalzó, subió lo más rápido que pudo, adelantó a Lucio por un instante y consiguió arrebatarle el bate de beisbol en el último segundo.

Sentado en el borde del muro Filipo sujetaba el bate para golpear el gran caramelo gigante, Lucio permanecía a su lado esperando el momento de que fallase para otorgarse el premio. Antes de lanzar el primer golpe miró para su alrededor, a lo lejos desde las gradas los espectadores lo animaban, y sus compañeros proclamaban su nombre como ganador. Cogió ávidas fuerza y de un golpe, lo rompió.

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