El grito en el cielo puse un sencillo amanecer, pues mi cuerpo estaba cubierto de pergaminos sin leer. Al despertar estos manuscritos encontré, su rúbrica delataba su proceder, siendo la caligrafía de mi poder. Expresaban toda una vida de sueños, experiencias, pensamientos y lo más importante lo que quedaba por vivir. He tapizado mi cuarto con las letras que aquel día escribí. Para no olvidar los objetivos, ni los sueños por vivir.

domingo, 30 de enero de 2022

EL MAESTRO Y SUS LIBROS

Conmocionado tras leer la carta que no vaticinó recibir se sentaba en su sillón el maestro del pueblo, el papel caía lento de entre sus manos mientras sus ojos observaban con detenimiento el trascurrir de los años de esa gran casa de vecinos donde todos eran familia y junto a zonas comunes compartían lazos estrechos que sin ser de sangre unían aún más que estos, pero poco a poco todos desaparecieron quedando solo el reflejo de sus fantasmas; el tiempo emergido en sus lecturas, devorando los libros que fue añadiendo a su colección y releyendo sus clásicos favoritos consiguieron que no se percatara del deterioro de aquellas paredes venidas a ruinas y de la falta de seguridad en ellas.

Agarrado a su bastón cruzó un par de puertas y se agachó bajo la escalera que antes accedía al piso de arriba para sacar algunos objetos que guardaba como verdaderos trofeos, entre ellos, álbumes de fotos de su época como profesor y las figuritas que le regalaron sus alumnos al tomar la primera comunión tras recibir un libro de su parte, todos los niños que pasaron por sus lecciones siempre agradecieron su dedicación y dijeron de él que nunca lo olvidarían, pero creía que las palabras salidas de la boca de las verdades de un niño no fueron tal cosa.

Un par de días más tarde unos rostros tan alegres como conocidos tocaban a su puerta, la delegada de clase que siempre quiso ser alcaldesa acompañada de la bandada de pájaros que en su tiempo emigraron y que resueltos volvían para rehacer el nido. Los que jugaban a construir castillos con piedrecitas se encargaron del diseño y de la remodelación junto con aquellos que de un puntapié siempre los derruían, los defensores de las injusticias batieron para conseguir otras perspectivas y el resto terminó aportando cada cual lo que había aprendido como profesión.

Con los ojos llenos de ilusión descorría la cortinilla que ocultaba el cartel “El maestro y sus libros” de la ahora convertida en mitad casa, mitad biblioteca, todos aplaudían y corrían como críos a coger un sitio donde sentarse y comentar la última obra adquirida en su recién estrenado club de lectura.

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