El grito en el cielo puse un sencillo amanecer, pues mi cuerpo estaba cubierto de pergaminos sin leer. Al despertar estos manuscritos encontré, su rúbrica delataba su proceder, siendo la caligrafía de mi poder. Expresaban toda una vida de sueños, experiencias, pensamientos y lo más importante lo que quedaba por vivir. He tapizado mi cuarto con las letras que aquel día escribí. Para no olvidar los objetivos, ni los sueños por vivir.

lunes, 9 de julio de 2012

¿Ahora o Antaño?


Hay cosas de antaño que no debían de haber cambiado, cuando mi abuela iba a la compra no tenía que pensar en pagar dos o cuatro céntimos por la bolsa, ella igual que todas usaban una cesta de mimbre, ni tan siquiera serían conscientes de la capa de ozono, por aquellos tiempos ni las lacas, los ambientadores o los desodorantes incordiaban al mundo. Con el jabón lagarto hacían todo cuanto podían, lavando a media tarde la mudita para ponérsela limpia al día siguiente.

Sin embargo en la actualidad nos servimos de unas comodidades que antes no existían, como por ejemplo cuando iban cada día varias veces a la fuente a por agua con un cántaro a la cintura con lo cómodo que es abrir el grifo, pero por aquellos tiempos nuestros antepasados tampoco imaginarían lo sencillo que sería a día de hoy comunicarse con un simple chik con personas a las que ni tan siquiera conoces y de la que te separa una considerable distancia.

A pesar de todos los avances tecnológicos y de que el mundo ha progresado bastante desde aquellos tiempos, creo necesario que volvamos a incentivar algunas cosas de antaño. ¿A caso jugando a las canicas, a las estampitas o a saltar a la comba los niños no desarrollaban la competitividad? Ahora compiten con el propio ordenador, con las videoconsolas y gastando las yemas de los dedos pierden el tiempo de jugar con los demás.

Retomando el texto anterior, ¿Dónde ha quedado la buena gente? ¿Esa que te facilitaba un pimiento o un tomate porque te habías olvidado de comprar? ¿Qué cedía el asiento a una persona mayor? Es bastante improbable que vayas por la acera y un hombre se baje para que pases, y de llegar a suceder será un hombre mayor. ¿Por qué los jóvenes hemos perdido aquellas sanas costumbres? ¿Por qué no hemos sabido conservar la pequeñas cosas que son las que verdaderamente te hacen feliz?

Indudablemente seguiremos progresando pero nosotros nos habremos quedado por el camino y serán nuestros hijos, nuestro nietos los que se encarguen de mantener el mundo lo más habitable posible, para ello, ya le enseñan en el colegio medidas de reutilización de materiales, pero ¿Por qué no les enseñamos nosotros que no pierdan las buenas costumbres, esas que adoran los ancianos recordar?

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