Hay
cosas de antaño que no debían de haber cambiado, cuando mi abuela iba a la
compra no tenía que pensar en pagar dos o cuatro céntimos por la bolsa, ella
igual que todas usaban una cesta de mimbre, ni tan siquiera serían conscientes
de la capa de ozono, por aquellos tiempos ni las lacas, los ambientadores o los
desodorantes incordiaban al mundo. Con el jabón lagarto hacían todo cuanto
podían, lavando a media tarde la mudita para ponérsela limpia al día siguiente.
Sin
embargo en la actualidad nos servimos de unas comodidades que antes no
existían, como por ejemplo cuando iban cada día varias veces a la fuente a por
agua con un cántaro a la cintura con lo cómodo que es abrir el grifo, pero por
aquellos tiempos nuestros antepasados tampoco imaginarían lo sencillo que sería
a día de hoy comunicarse con un simple chik con personas a las que ni tan
siquiera conoces y de la que te separa una considerable distancia.
A
pesar de todos los avances tecnológicos y de que el mundo ha progresado bastante
desde aquellos tiempos, creo necesario que volvamos a incentivar algunas cosas
de antaño. ¿A caso jugando a las canicas, a las estampitas o a saltar a la
comba los niños no desarrollaban la competitividad? Ahora compiten con el
propio ordenador, con las videoconsolas y gastando las yemas de los dedos
pierden el tiempo de jugar con los demás.
Retomando
el texto anterior, ¿Dónde ha quedado la buena gente? ¿Esa que te facilitaba un
pimiento o un tomate porque te habías olvidado de comprar? ¿Qué cedía el asiento
a una persona mayor? Es bastante improbable que vayas por la acera y un hombre
se baje para que pases, y de llegar a suceder será un hombre mayor. ¿Por qué
los jóvenes hemos perdido aquellas sanas costumbres? ¿Por qué no hemos sabido
conservar la pequeñas cosas que son las que verdaderamente te hacen feliz?
Indudablemente
seguiremos progresando pero nosotros nos habremos quedado por el camino y serán
nuestros hijos, nuestro nietos los que se encarguen de mantener el mundo lo más
habitable posible, para ello, ya le enseñan en el colegio medidas de
reutilización de materiales, pero ¿Por qué no les enseñamos nosotros que no
pierdan las buenas costumbres, esas que adoran los ancianos recordar?
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